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Writer's pictureGerardo Ibarra

¿Cómo se busca la felicidad?

Updated: Aug 23

He buscado la felicidad como una cosa extraviada, como si se hubiera olvidado y estuviera en la caja de objetos perdidos ¿podría reclamar una felicidad aunque no fuera la mía? Tal vez si diera algunas características generales podrían darme algún tipo de felicidad, sería como llegar al mostrador y preguntar por un paragüas negro con el mango un poco desgastado, seguramente me darían alguno que cumpliera con la descripción.


¿Cómo se busca la felicidad?

¿Cómo sabemos que la felicidad que tenemos es la que estábamos buscando? Vivimos constantemente engañados porque la buscamos como si la hubiéramos perdido, aunque no sabemos cómo es, de qué color, qué tan grande o qué tan brillante, si tiene ojos, boca, patas o una ventana grande que da al jardín, probablemente no sea una cosa sino un momento que no sabemos exactamente en dónde empezó y en dónde terminó ¿Y si es este momento? ¿Y si ya pasó?¿Y si estaba distraído buscándola y pasó sin darme cuenta? 


Los que se sienten profundos dicen que hay qué buscar dentro de uno mismo y sin embargo, no existimos sin el otro, sin el reconocimiento, sin la presencia o la ausencia, sin el otro, yo no soy yo.


¿De dónde viene entonces la felicidad? No me queda claro si crece o si aparece, si se sabe, se siente o sólo se recuerda, tengo la intuición de que la felicidad sólo la encontramos vista a través de la nostalgia, mirando al pasado. Hablo de la felicidad profunda, no de la alegría pasajera.


¿Cómo se busca la felicidad?

Hace tiempo que dejé de hacerme éstas preguntas con tanta seriedad, de jóven invertía una cantidad tremenda de tiempo y energía fantaseando con las muchas felicidades de las que me perdía constantemente. 


¿Sería ella la felicidad? La chica suiza con la que me crucé hace años en la Condesa, nos topamos caminando en la Avenida Veracruz, me sonrió, seguí caminando hasta que quedamos de espaldas, me detuve, voltee, me saludó, me acerqué, hablamos, nos miramos a los ojos, nos dimos los teléfonos, nos escribimos, no nos volvimos a ver, regresó a Suiza, me quedé en México, se casó, tuvo un bebé y yo, me senté a escribir cosas sin sentido. ¿Y si ella traía mi felicidad en su bolsa o enredada en su cabello? 


Esa casa amarilla en medio del bosque a la que sólo se podía llegar abriendo un enorme portón de madera, con ventanas altas con marcos azules, tenía el pórtico al aire libre como lo tiene  las casas de otra época, el desorden que los inquilinos salientes tenían y que por supuesto yo no tendría, el horno de barro en donde nunca haría el pan que juraría que haría todos los domingos, la habitación en donde no hice el amor, el jardín donde no hice la guerra. ¿Y si la felicidad estaba ahí en Acatitlán? ¿Cómo saberlo? No hay ninguna certeza, pero tampoco argumentos en contra.


Un trabajo, una persona, familia, uno mismo, la paz, una meta cumplida, un objetivo cumplido, un proceso cerrado, un proceso sanado. Parece ser que para encontrar la felicidad primero hay qué perderla, para construir algo primero tenemos qué tirar un muro, para sanar primero hay qué exponernos a las heridas, presumir las cicatrices, los aprendizajes. No sé si un bebé recién nacido será feliz, no tiene problemas, traumas, recibos por pagar, cursos qué aprobar, chicas qué conquistar y aún así, no podría decir que es feliz, pues no tiene plena conciencia y no sabe que no sabe que no ha encontrado la felicidad. 


¿Cómo se busca la felicidad?

He tomado mi decisión, prefiero cambiar la felicidad por la eudaimonía, éste término filosófico que además de describir mejor mi búsqueda, suena mucho más compleja, alternativa e interesante, me encanta hacerme el interesante.


¿Cómo se busca la felicidad?

Los estudiosos (del estoicismo) advierten habitualmente que el significado de eudaimonia es algo más amplio que el sentido de nuestro término "felicidad". Se refiere a un bienestar sustancial en nuestra vida, más que a una sensación meramente subjetiva de satisfacción. Por tanto, a veces se traduce como "bienestar" o "florecimiento" .


De mi propia cosecha, puedo deducir que los estoicos se referían a lo mismo que nuestras culturas originarias llamaban, "buen vivir", no la felicidad, tampoco el desarrollo, la sostenibilidad o la regeneración. El buen vivir y la eudaimonía me parecen una búsqueda más noble que la "felicidad" que nos vendió Will Smith, con el ascenso en la escala meritocrática, con las vendettas profesionales, con decirle a todos “miren, lo logré”.


Esta breve vida en la que cuando ya vas entendiendo el juego ya es demasiado tarde. No tengo la respuesta, pero intuyo el camino. Desconozco de qué color es mi felicidad, no tengo fórmulas, recetas o dogmas para encontrarla y para serte muy franco, no estoy seguro de querer encontrarla ¿Qué hago si la encuentro? ¿La admiro? ¿la pongo sobre la mesa, la pongo en un florero y le tomo fotos? ¿Qué tal que la encuentro y me invade un profundo miedo a perderla? Mejor la busco, sigo buscándola.


Soy un buscador, un sabueso de las emociones fuertes, siempre he sido eso, por eso viajo, tanto, por eso cambio, intento, me aburro, me canso, salgo, regreso, intento de nuevo. 


Tal vez en eso consiste mi felicidad, en buscarla, porque entonces, si la encuentro ¿A qué me dedicaría si no es a buscarla? Se que sueno a esas señoras que no quieren vender todo su producto en el mercado porque entonces se van a quedar sin qué hacer. No me importa, yo sigo buscando.


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