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Writer's pictureGerardo Ibarra

Lo que hago a solas: prácticas estóicas

He logrado adoptar una serie de hábitos y prácticas que me han ayudado a darle orden y espacio a mis días. La estructura y la disciplina me permiten tener claridad en mis objetivos, en mi tiempo y en mis actividades y ésto me genera espacios para mi desarrollo, mi bienestar, tiempos para la creatividad y el descanso. 


Es decir, la estructura me da libertad.


Lo que hago a solas: prácticas estóicas

A veces, asociamos la rutina con la monotonía, falta de emoción y mediocridad. He encontrado que ésta no es ninguna regla, la rutina es una serie de hábitos y comportamientos adquiridos que hacemos de forma constante durante el tiempo. Tener espacios de diversión y creatividad pueden ser parte de la rutina diaria.


Después de años de escuchar podcasts y leer libros sobre filosofía, productividad, y desarrollo personal, pero sobre todo, después de un largo proceso de prueba y error, investigación activa e intentos fallidos, he logrado apropiarse de algunos rituales y prácticas “no negociables” que me dan claridad y me permiten trabajar en la búsqueda diaria de mis mejores versiones.


Una de éstas prácticas la tomé prestada de un hombre al que admiro y del que me siento cercano a pesar de nunca haberlo conocido, Marco Aurelio. El rey filósofo es uno de los más prominentes estoicos de la historia y es referente histórico de ésta escuela filosófica gracias a su obra, sus actos y su testimonio en vida.


La práctica que tomé prestada del César, es la de revisar y evaluar cada día.


Lo que hago a solas: prácticas estóicas. Marco Aurelio

Ryan Holiday, en su libro Vidas de los estoicismo escribe: En el centro del poder de Marco Aurelio, como filósofo y como rey, parece encontrarse un ejercicio sencillo sobre el que debe haber leído en los escritos de Séneca y los de Epicteto: La revisión de la mañana o de la noche. “Cada día y cada noche mantén presentes pensamientos como éste”, dijo Epicteto. “Escríbelos, leelos en voz alta y habla sobre ellos contigo mismo”.


Todas las noches al terminar con el trabajo del día, cierro la computadora,, pongo música tranquila y me siento a evaluar el día y escribo en una libreta encuadernada a mano por mi madre, cubierta por un forro de piel que me hizo un talabartero en Valle de Bravo. 


En estos breves minutos a la luz de una pequeña lámpara, intento hacer una evaluación a conciencia sobre mi día, sobre las emociones que tuve, lo que me pesó, lo que me hizo sentir orgulloso, en lo que tengo qué enfocarme y aquello de lo que puedo sentirme orgulloso,


Lo que hago a solas: prácticas estóicas

Marco Aurelio tenía esa práctica diaria, a veces lo imagino sentado en una gran mesa de madera, alumbrado por el tenue amarillo de las lámparas de aceite, con las cortinas de su tienda de campaña ondeando.. Lo imagino con una pluma blanca en mano, haciendo un ejercicio a conciencia sobre su día, inspirado por los bustos de Zenon y Epicteto. Nosotros, herederos de la filosofía estoica. intentamos encontrar nuestra mejor versión todos los días, siguiendo las prácticas y consejos de éstos sabios hombres y mujeres,

Ésta práctica requiere alejarse del juicio, como sugería Epicteto,  el objetivo de la práctica no es reprochar ni avergonzarse a uno mismo, pero tampoco felicitar y glorificar nuestros actos, sino reflexionar sobre nuestros actos, sus consecuencias y cómo podemos ser y sentirnos mejor en la práctica diaria de la vida.


Usualmente escribo media cuartilla o menos, pues no intento encontrar explicaciones profundas a mis actos, ni justificarlos, sólo irlos nombrando, escribir cómo me sentí al respecto y cuál fue mi reacción. Uno de los principios más importantes del estoicismo es asumir la responsabilidad sobre la forma en cómo lidiamos con las cosas, nuestra responsabilidad recae en la reacción y el juicio que tenemos ante los eventos de la vida, lo demás está fuera de nuestro control.


Esta práctica marca el final de mi día “productivo”, después sólo queda cenar y descansar. Cuando estoy en casa, pongo algo de música tranquila, bajo las luces, ordeno mi escritorio y me doy unos minutos para hacer la evaluación, cuando viajo, lo hago sobre el escritorio del hotel o en la cama, lo importante para mi es practicar el hábito. 


No puedo explicarles la paz y el orgullo que siento al terminar de evaluar el día, más allá de lo productivo o improductivo que haya sido, más allá de lo bueno o malo de mi desempeño, detenerme a reflexionar es el acto de saber que siempre puedo mejorar.


Al final de cada evaluación, agregó una o dos líneas para recordar mis propósitos y visión de vida. Lo hago apoyado en mi plan anual, un documento en el que defino mi visión objetivos, estrategias y avances en las áreas más importantes de mi vida. Luego, me doy ánimo, pues con éste sencillo hábito, reconozco con optimismo que mañana vendrá una oportunidad para hacerlo mejor, con las condiciones que traiga la vida.


Lo que hago a solas: prácticas estóicas

Aquí dos libros para apreciar y mantener el hábito de la evaluación:


  • Lecciones de estoicismo de John Sellars - Penguin Random House

  • Atomic Habits de James Clear - Editorial Paidós



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