Rituales. Supongo que siempre los he tenido, aunque me resisto a cualquier cosa que se parezca a algún acto religioso, psicomágico o supersticioso. Los planetas, los dioses, los signos, el universo que conspira, todas esas ideas siempre me han provocado resistencia. A veces, me parecen una sutil forma de renunciar a nuestra responsabilidad y agencia personal.
Creo en las leyes de la física, en el determinismo y en el materialismo histórico, en la razón, en lo efímero de la vida, por eso es que creo que somos tan especiales, por intrascendentes y pasajeros.
Por pequeños y temporales. Somos una vela que arde y se consume breve y con vida, y es en esta brevedad, que me sorprende nuestro egoísmo para con nuestro planeta, los demás y las otras especies, estamos de paso y dejamos detrás un desastre.
Estás son sólo ideas que he tomado prestadas de Carl Sagan o de Marco Aurelio, memento mori, somos polvo de estrellas viviendo en un pequeño punto azul.
Lo más trascendente de esta postura, implica que en esa leve brevedad, somos capaces de transformar profundamente nuestra experiencia de vida y de la que nos rodean, aquellos más osados, han logrado transformar la vida de miles o millones o de especies humanas y no humanas. Pensemos en una Rachel Carson, en un Cayo Julio César, en Rosa Parks o Nicola Tesla.
Las prácticas religiosas, mágicas y esotéricas son para mi, formas muy respetables de dar tranquilidad, paz mental y explicación a lo incomprensible, en muchos casos, conforman una serie de prácticas y actos que nos ayudan a creer que tenemos más control sobre las cosas del que realmente tenemos o simplemente, nos ayudan a sentirnos parte de un colectivo a través de las costumbres y la cultura “así somos los capricornio”.
No Anasofi, el universo no conspira a tu favor si lo decretas, pero tienes el privilegio de cambiar tu vida y generar un impacto profundo en los sistemas en donde te desenvuelves.
Dentro de esta experiencia de vida, tenemos un coto de control en el cuál si tenemos una gran influencia, nosotros mismos y en mayor o menor medida, la vida de quienes nos rodean (especies humanas y no humanas) y sin darnos cuenta, la tecnología nos ha dado el potencial de impactar a través de la distancia y el tiempo, hemos extendido nuestra presencia en el universo. Esta experiencia bajo la que si tenemos una enorme influencia es el alimento de mi motivación diaria.
Existen rituales de todo tipo, desde los sacramentos católicos, hasta los rituales matutinos de cada persona, pasando por las cábalas futboleras para dar buena suerte, todos estos rituales tienen un significado profundo para quien los practica y nos ayudan a prepararnos frente a un reto o compromiso o a celebrar algún cierre o un logro.
Aún con todo, con los años he aprendido que los rituales tienen una función más allá de la superstición. Nos ayudan a recordar los procesos y los compromisos, nos ayudan a crear o afianzar los lazos que nos vinculan, a reforzar los aprendizajes y a hacer consciente que los procesos existen, los logros, los objetivos, los cierres y las aperturas.
Yo, como todos, tengo mis rituales. En éstos últimos años, he hecho más patentes aquellas que implican el cierre y el inicio de un año. Rituales que me permiten hacer un resumen de lo vivido, hacer conscientes los procesos y poder recuperar lo más valioso y honrar mi camino y mi esfuerzo. Por otro lado, he encontrado un bello ritual práctico de inicio y fin de año que me ayuda a establecer objetivos, metas y propósitos y que marca una guía de trabajo durante el año.
Nada tienen qué ver con actos místicos, más bien con procesos de consciencia plena, disciplina, evidencia, investigación activa y compromiso personal.
Creo en la importancia de la evaluación y la reflexión. Lo más común es llegar al punto final y querer dar carpetazo al asunto, cerrarlo de inmediato y no voltear atrás para enfocarnos en lo que viene. Creo que hay mucha riqueza y aprendizaje en aprender a voltear al pasado y sin quedarse en él, recuperar y entender los aciertos y las fallas.
El ritual que comparto es mi “plan anual”.
Este ritual tiene dos etapas, el primero implica la revisión del año que ha concluído, es un análisis de toda la memoria recuperada durante los doce meses del año, información acumulada y evaluada a través de mecanismos cuantitativos y cualitativos que me ayudan a determinar mi “performance” a lo largo del año, suena complejo, pero es más sencillo de lo que parece.
La otra etapa consiste en actualizar la herramienta y plantear nuevos objetivos, metas y reflexionar sobre el camino a donde voy.
Hace tres años diseñé una herramienta de evaluación y planeación anual que me ayuda a mantener la disciplina, los objetivos y las metas durante el año. De forma diaria, semanal, mensual y trimestral, hago un recuento de mis acciones y logros en materia personal, profesional y financiera.
Esta herramienta es un Excell prediseñado con fórmulas casillas y mediciones que hacen muy rápida y eficiente la medición y la evaluación. El archivo contiene.
1 - Hoja con mi visión de vida. A 3, a 10 años y visión de vida dividida en tres áreas personales.
Personal: Lo referente a mi salud emocional y personal conmigo mismo y la calidad de las relaciones sociales que tengo y quiero procurar.
Laboral: Esto implica no sólo el trabajo diario, también mi propósito, legado e impacto que tengo en el mundo a través del ejercicio del conocimiento, la experiencia y el compartir.
Económico: Aquí evalúo mi relación con la estabilidad económica, con el valor en general y mi forma de administrar mis recursos con objetivos específicos.
2 - Hoja de objetivos y metas: En esta hoja defino mis metas y objetivos puntuales para el año divididas en trimestres, intento ser tan específico y cuantitativo como puedo ser. Estas metas están divididas en las tres categorías anteriores. Esta hoja incluye una celda de cumplimiento para saber cuando he logrado el objetivo, cuando sigo trabajando en ello o cuando el objetivo no ha sido cumplido.
3 - Estrategias: Ésta es la parte más creativa, en relación a los objetivos de la hoja anterior escribo las estrategias, acciones o actividades clave que me ayudarán a conseguir dichos objetivos, esto puede incluir actividades como llamadas, trámites, planes de acción, creación de contenido, correos y acciones puntuales.
Cada año, me siento a actualizar mi visión a mediano y largo plazo, pues a medida que pasa el tiempo, mis prioridades y valores pueden irse modificando y es importante actualizar y reafirmar. Generalmente, entre mayor sea el plazo del tiempo, la visión tiende a sufrir menos cambios.
Después de esto, evalúo si cumplí los objetivos planteados y también, si esos objetivos fueron claros, realistas o significativos para lograr la visión de vida que planteé. Después, analizo las estrategias para determinar cuáles tuvieron mayor o menor impacto en todo el sistema.
Entonces, es momento de establecer y actualizar la visión, objetivos y estrategias para el siguiente año, ¡Estoy emocionado por hacer este proceso de nuevo !
Esto lo hago con una visión objetiva, sin culparme, castigar o recompensar demasiado, intentando ser claro y analítico, esto me sirve para recapitular el año y para establecer los siguientes objetivos. Durante el año, empleo diversas técnicas y herramientas para ir manteniendo la información, el cumplimiento y las emociones relacionadas a dichas tareas.
Se que esto puede sonar tedioso o que implica muchísimo trabajo, sin embargo, una vez diseñadas las herramientas, el proceso se hace sencillo, rápido e intuitivo. El orden, la disciplina y las herramientas me permiten tener más tiempo y cabeza para actuar con más creatividad, libertad y apertura sabiendo que tengo sistemas instalados para mantener mi rumbo.
Además, la herramienta, su diseño e implementación ha ido mejorando año con año, dándole mayor practicidad y eficiencia.
Este trabajo me toma generalmente una mañana o una tarde, tiendo a separar un día para la evaluación del año y otro para la planeación de la siguiente. Procuro eliminar otros compromisos de la agenda, irme a mi café favorito, pedir una bebida y algo bueno para comer, me pongo los audífonos y me desconecto del mundo real por unas horas. Mientras hago este ejercicio reviso mis notas del año y las evaluaciones de años anteriores. Busco frases, ejemplos, imágenes o fotos de aquellas cosas que quiero lograr e intento adoptar una actitud positiva y creativa.
Este es un momento de cierre, cerrar y abrir nuevos ciclos, este es mi ritual de fin de año.
Espero les sirva de utilidad, si alguien quiere una copia de mi herramienta en blanco, pueden escribirme.